Mis primeros recuerdos se remontan a los cuatro años, concretamente al día en que nació la penúltima de mis hermanas y de aquéllos dos primeros años no tengo ningún lazo emocional que sea consciente en mi.
A los seis años tuve mi primer romance y aun no olvido el nombre de Marleny. Es lo único que recuerdo y creo que me prohibían comunicarme con ella y tuve que hacerlo por un huequito que había en el solar de nuestras casas.
Dejaron de interesarme las mujeres durante muchos años y vuelven a aparecer en mi adolescencia. Fue una época muy dura para mi, muerto de ganas de un romance e incapaz de conseguirme una mujer por mi extremada timidez y mis grandes complejos.
Hoy veo que la única importancia que tenía una mujer en esa época era la capacidad de establecer relaciones de compañía sin reparar en el sexo tal y como lo hizo posible posteriormente el establecimiento de instituciones educativas mixtas.
A los 19 años murió mi padre, a los veinte comencé a trabajar y con este dinero a mi disposición descubrí el trago y las putas. Aun en un medio como el de la prostitución, descubrí la enorme capacidad física que tiene un ser humano a los veinte años. Es la vida en todo su esplendor.
Hoy en día me parece criminal impedir que este esplendor se manifieste. No conozco una época de la vida más apropiada para descubrir el cuerpo ajeno y el propio y gozarnos de un tesoro tan grande como el que nos fue entregado. Escuche en estos días un video donde alaban los veinte años y estoy completamente de acuerdo con ello.
En estas duré hasta que me casé a los veintisiete y el matrimonio no lo interrumpió. Soy un convencido de que los seres humanos no somos monógamos, por lo menos hasta los sesenta años cuando ya necesitamos ayuda para estar con una sola.
A los treinta y tres años me sentía viejo y es la única edad a la que lo he sentido.
Cuando digo veinte años, digo lo más preciado que tiene un ser humano como ser biológico. A los 25 comienza a disminuir de una manera muy leve.
La vitalidad, intensa por cierto, me acompaño hasta los sesenta. Aun la conservo aunque no soy capaz de determinar en que grado. Lo que pasa es que perdí el interés en revolcarme con una mujer. Me interesa pocón, pocón. Me gusta mucho más la simple compañía femenina. No cambio un abrazo con mi compañera durante el tiempo que me demoró en dormirme, o cuando me despierto, por casi todas las relaciones íntimas (¿) que tuve en mis años anteriores.
Siempre, con dos o tres excepciones vivi el aserto: "El cohito es triste". Hoy en día es plenitud y cuando lo hago siento un profundo agradecimiento con la vida.
¿Cuál es la mejor época del hombre? La que tenga, cualquiera que esta sea. Todas tienen un intenso atractivo. ¿Qué tal un hombre de 20 con los conocimientos de los sesenta? No me convence, le faltaría la espontaneidad que es uno de los grandes tesoros que se van perdiendo para encontrar otros.
viernes, 30 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Tengo 27 y hasta ahora no me he sentido vieja en realidad. Incluso me siento bastante joven, con algunas mañas de años y dificultad para entender a los pelaos de ahora, pero en general en forma.
A veces me encuentro a quienes fueron mis amigas en el colegio, y de casi todas me parece que le ayudan al tiempo a parecer de una edad que no tienen. Siempre hay gente así, como lo describe Roberto Arlt son quienes nacen viejos y no por la experiencia sino más bien por la seriedad y ropa con que se niegan a la espontaneidad.
Pero seguramente mis compañeras a su vez, dirán que me creo de 15, que "a esta edad uno debe ser más serio". Y es que talvez seré una de esas mujeres de las que se dice que no quieren envejecer.
Quisiera sí, tener el conocimiento de la vida que se tiene a tu edad.
Publicar un comentario