lunes, 10 de mayo de 2010

Mis flechas

Te los voy a dar, pero no me vas a coger de flecha. Dicho y hecho, se metió la mano al dril, saco un billete de mil y me lo entregó con evidente desgano. Me dio mucha dificultad cumplirle y sólo le pedí una vez más en unos diez años y por supuesto me negó la solicitud. Era un buen ajedrecista, Toño A, maestro internacional por más señas.

Estoy haciendo en este momento un inventario de las flechas que tuve:

• Alvaro V. mi hijo decía, Alvaro te ve y saca la billetera. Tenía razón, por supuesto. Lo molesté entre diez y quince años, la frecuencia variaba por tiempos. Llegué a molestarlo diariamente y nunca me negó lo que le pedía. La cuota normal eran cinco mil pesos.
• Arturo C. Primo mio, lo molestaba una vez a la semana. Mil pesitos era su cuota.
• Juan D. Hijo mío, lo molestaba una vez a la semana aunque la verdad poco de gaminería, casi nunca cayó en mis redes.
• Toño, me querido Toño, lo molestaba una o dos veces al mes, se moría de la rabia pero casi nunca era capaz de decirme que no.
• Abel, Abel, dizque el buen hijo, lo molestaba una vez en el trimestre y me tocaba aguantarme su furia por mil benditos pesos
• Luis Fernando: un médico amigo de infancia. Por lo menos una vez a la semana, le daba tristeza verme, con contadas excepciones me regalaba dos mil pesos.
• Antonio V. un buen amigo matemático. Lo visitaba esporádicamente, no bajaba de veinte, me contestaba la viva voz de la desesperanza, me creía irredimible y sin embargo no me fallaba.
• Javier V: curita que se arrepintió toda la vida de haberme contratado para “economizar en un sistema parroquial”. Nunca pudo contratar un sistema más costoso. Buena gente como poquitos, no bajó de veinticinco mientras duró y duro y duró y duró.
• Jorge M. un ajedrecista de mis épocas universitarias. Lo visitaba semanalmente en el Maracaibo y nunca me falló con dos mil pesitos. Dios lo tenga en su gloria.
• Jaime Z. Otro ajedrecista del Maracaibo, pinponero rebuscador. Con muchas dificultades le sacaba entre quinientos y mil.
• Gustavo E. Ajedrecista a quien le dolía en el alma regalarme quinientos pesos, a veces lo lograba, pero que batalla.
• Oscar R. Escultor retirado del alcohol. Solía encontrármelo los domingos y la mayoría de las veces me soltaba un billete de dos. También perdió las esperanzas en mi y por eso al final me los daba sin remordimientos.
• Javier N. Ex compañero de trabajo, acostumbraba caerle a las cuatro o cinco de la mañana en EE.PP al salir del trabajo. No me fallaba con mil. Algunas veces cayó en cantidades significativas y siempre se arrepintió.
• Alvaro M. Compañero de infancia. Lo molestaba una o dos veces por semana por épocas. Era de los pocos con quienes me avergonzaba, nunca se arrepintió lo bastante de haberme dicho que trabajaba en una oficina de bolsa en la Oriental. Allí le esperaba la llegada y lo vacunaba.
• Jaime O. Me decía socio, semanalmente me regalaba dos mil pesos. Compañero de barra en mi juventud. Tenía la ventaja de que en algunas ocasiones encontraba con él a otros amigos de infancia que me daban algunos billetes. Entre cinco y diez mil pesos.
• Ivan R. Otro amigo de infancia, fue muy generosos conmigo antes de que se cansara, no bajaba de veinte.
• Rogelio R. Tres mil pesitos era su cuota, lo buscaba únicamente cuando jugaba torneos de ajedrez pues tenía su oficina en el estadio, muy cerca de la torre del ajedrez. Lo deprimía regalármelos pero me los daba.
• Javier S. Tenía depósitos de madera en guayaquil, otro compañero de infancia, con muchas dificultades algunas veces me regalaba mil pesos. Murió de cáncer hace unos cuatro años. Era visita semanal.
• Joaquín. Viejo compañero de estudios y de ajedrez. Era víctima en los torneos de la liga. Complicadito quitarle mil pesos pero muchas veces lo logré. Ha buena gente el viejo Juáco.
• Eduardo G. Ajedrecista, mientras manejó una papelería de su familia lo visité semanalmente junto a la Veracruz y nunca me falló con dos mil pesos, algunas veces cinco. Después fue muy complicado encontrarlo aunque una que otra vez vez lo logré.
• Hubo muchos a quienes también les quitaba mil pesos en los torneos de ajedrez, especialmente en el señior máster: Ramiro, Emilio C, Gonzalo G
• Jaime V. Casado con una sicóloga, ingeniero de sistemas por más señas, trabajo conmigo en un proyecto de Eafit. Un hombre integro y generoso. Lo visitaba esporádicamente con excelentes resultados. Sus sentimientos variaban de la rabia a la tristeza, mi descaro llego al punto de pedirle aguinaldo empresial… y me lo dio. Saludes a un excelente amigo.
• Oli, el viejo Oli, tuvo un corto periodo de dureza conmigo pero su buenagentura no se lo permitía y volvimos a las andadas. Me regaló uno de los cuatro pasajes que me conseguí telefónicamente para venirme de Bogotá. Su cuota normal era de cinco.
• Alberto V. El pobre Alberto me colaboró por las buenas y por las malas. Sus colaboraciones fueron mucho más que vacunas, no tendría con que pagarle si se le ocurriera cobrarme
• Socorro V. La pobre Soco me colaboró por las buenas y por las malas. Sus colaboraciones fueron mucho más que vacunas, tampoco tendría con que pagarle si se le ocurriera cobrarme. Los engaños a los que acudí con esta última pareja fueron incontables. Sus comportamientos no tienen explicación alguna. ¡Pura bacanería!
• Ana Gil. Mi pobre viejecita, no digo nada por respeto a quien siempre irrespeté.

• Jaime O. Ajedrecista de Envigado, ha duro que es don Jaime, pero buena gente como el sólo. Gracias don Jaime.

Esta entrada merece una ampliación y a fe que la haré. Se lo merecen mis amigos y favorecedores.