miércoles, 18 de marzo de 2009

UNA PREGUNTA

¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?


¿Quién soy?


Es muy agradable creer que somos aquel que nos dijeron que éramos y nos lo creímos. Realmente pienso que es necesario destruir esas imágenes, especialmente familiares y religiosas que nos convirtieron en alguien que no somos. Es una tarea muy difícil pero posible, lo primero es ver y solamente ver como reaccionamos interiormente cuando nos relacionamos con los demás, poco a poco nos vamos dando cuenta de quienes somos y podemos observarnos a la luz de una realidad completamente opuesta a la que nos enseñaron pero muy interesante por que es que eso es lo que somos.


Algunas veces queremos negar la evidencia pero la realidad es terca y nos llega cada vez que estamos interesados en observarnos.


¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?


Fui, sin duda alguna, un niño feliz, lo único que me amargaba ocasionalmente era el deseo de “ser grande”, no sabía que era eso pero lo deseaba a veces. No recuerdo lo que quería ser en esa época, seguramente bombero o policía pero tiene tan poca importancia que nada conserva mi memoria. Al final de mi adolescencia quería ardientemente tener un romance de esos que nos enseñaban las películas y perseguí esa utopía durante toda mi vida. En otro campo, cuando estaba en cuarto de bachillerato soñé con ser un gran matemático y me esforcé algunos meses en capacitarme a fondo por serlo e hice algunos progresos, después quise ser un gran químico y no recuerdo a que otra cosa aspire. La verdad es que no tuve el romance, no fui un matemático, ni siquiera estudie química, estudie ingeniería eléctrica, terminé matemáticas y trabaje toda mi vida como programador de computadores.


Si alguna vez me hubiera puesto en el trabajo de documentar Mi Visión y Mi Visión, dudo que hubiera hecho algún esfuerzo persistente por llevarlas a buen término.


Me convertí, muy a mi pesar, en alguien que nunca quise ser y transité por esos caminos durante muchos años, nada pude hacer para cambiar mi camino y ninguno de los que trató de llevarme a otra parte lo logró.

Durante todos esos años tuve experiencias que me mostraban que estaba en el lugar equivocado y a pesar de ello siempre volvía a lo único que conocía cuando por cualquier circunstancia me aleja temporalmente de ello. Me vi al borde de la muerte varias veces y por alguna razón conservé la vida. Es un período tan largo e incomprensible que racionalmente nadie, y mucho menos yo, alcanzaría a entender que razones me llevaron allá y mucho menos porque permanecí tanto tiempo.


Aparecí, cuando menos pensé en el municipio de Fredonia y allí encontré mi camino, pasé por institutos educativos pueblerinos, por minas de carbón, por almacenes de pintura y sigo caminando para por fin llegar a quien sabe donde.


¿Somos los dueños de nuestro destino o somos marionetas de algo más fuerte que hace con nosotros lo que quiere? Por supuesto no tengo la respuesta para esa pregunta tan simple.

martes, 10 de marzo de 2009

BACHILLERES

Era un 30 de Noviembre de 1962. Un grupo de jóvenes lleno de optimismo se preparaba a recibir el grado de bachiller en el Liceo Nacional Marco Fidel Suárez. Todos creíamos tener claro lo que nos proponíamos hacer con nuestro futuro. Unos deseábamos entrar a la universidad, elegir una determinada carrera, alcanzar un brillante futuro, conformar una familia, conseguir un trabajo. Había idealismo, deseo de hacer algo útil con la vida. Cómo quisiera tener o recordar siquiera las palabras con que nos despidieron en esa noche decisiva en nuestras vidas.

¿Qué fue de tantos sueños? ¿Qué fue de aquellos jóvenes? Esa fue la última vez en que estuvimos todos reunidos. Ocasionalmente nos hemos encontrado. En alguna oportunidad hicimos reuniones relativamente concurridas. ¿Pero todos juntos? No. No nos hemos dado la oportunidad de repetir esa experiencia. En mi corazón se conserva la ilusión de lograrlo. Algunos ya no están, viajaron a otros puertos. Otros estarán en otros países, pero muchos estamos aquí, en Colombia. Tenemos que recordar que soñamos juntos, que crecimos en medio de risas, de esfuerzos y de luchas que querámoslo o no crearon lazos que aunque debilitados por el paso del tiempo y de la vida permanecen ocultos en el fondo de nuestros corazones para que en un día no muy lejano se fortalezcan y nos permitamos un abrazo de compañeros y amigos. No importa que continuemos nuestras vidas, un abrazo nos devolverá por breves horas a un pasado lejano. A un pasado que está lleno de recuerdos agradables. Como duele crecer. Cuantos de nosotros somos padres, abuelos, esposos. Cuantos de nosotros tuvimos dificultades que muchas veces nos hicieron ver la vida como un callejón sin salida. Cuantos de nosotros conservamos la alegría que nos impulso en nuestra juventud. Cuantos estamos encerrados en una amargura que aunque carente de sentido no deja de hacernos parecer la vida como un absurdo. Cuantos damos gracias por el milagro de la vida. Por el milagro del amor de aquellos que nos acompañan en nuestro camino.

Soy un convencido de que la vida tiene un sentido. La vida es una maestra. Nacemos y comienza el aprendizaje. Nos pasamos muchos años aprendiendo a sobrevivir.
Nos pasamos muchos años aprendiendo a ignorarnos a nosotros mismos. Creemos que la vida son las cosas que nos pasan. Creemos que nosotros somos los protagonistas de todo lo que hacemos, creemos y sentimos. Cuando nos damos cuenta que la vida es otra cosa, cuando nos damos cuenta de que nos somos aquellos que creemos, en ese momento realmente tenemos que comenzar a olvidar lo aprendido, a encontrarnos con nosotros mismos. Es un regreso al ser. Es un regreso a las fuentes que dieron lugar a lo que somos. Este des aprendizaje puede ser más doloroso que el aprendizaje. Cuando parecía que habíamos llegado a un lugar seguro, nos damos cuenta que todo era una fantasía.

Cuanto ignoramos sobre nosotros mismos. Aprendimos mucho de todo. Conseguimos muchas cosas o si no las conseguimos vivimos eternamente frustrados. Nada importa. Sólo importa nuestra situación interior. ¿Hemos crecido? Hoy, casi cincuenta años después de haber terminado tendremos otra oportunidad para estar con aquellos que crecimos. A medida que sigan pasando los años nos seguiremos yendo. ¿Cuántos quedan? ¿Cuántos se irán el año entrante y no tendrán la oportunidad de reunirse con nosotros? La vida es un misterio profundo.

No hicimos un mosaico cuando jóvenes pero podemos hacerlo cuando viejos. Si hubiéramos hecho una revista expresando en un pensamiento lo que cada uno de nosotros esperaba de la vida: ¿Qué tanto se habría aproximado a lo que encontramos en ella? Ojala que pudiéramos decir cómo el poeta:

Vida inquieta y loca, yo no te maldigo
Nunca en mis angustias, renegué de ti
Porque igual que a hembra que se ofrece plena,
Vida inquieta y loca, yo te poseí.

jueves, 5 de marzo de 2009

IMAGENES

Una imagen vale más que mil palabras. Es tan costosa que por ella muchas veces lo sacrificamos todo. Es doloroso enfrentarnos al derrumbe de una imagen con la cual estábamos satisfechos. Sin embargo es la única manera de llegar por fin, después de muchos derrumbes, a tener una aproximación a lo que somos realmente.

Muchas de las imágenes que construimos son manejadas por nuestro inconsciente. Nos gustó algo que nos dijeron y entonces nos pasamos la vida tratando de que nos lo repitan y hacemos los esfuerzos necesarios para que eso ocurra...

Cuando estudiaba en la universidad, el profesor de estadística todos los viernes ponía entre cinco y diez problemas supremamente difíciles y un compañero se pasaba hora resolviéndolos para que llegado el lunes, lo sacaran al tablero (¿A quién más por Dios?) y muy complacido resolvía los problemas por los que nadie más había querido sacrificar su tiempo y su ego crecía y crecía y crecía y su orgullo no le cabía en el cuerpo y nosotros nos reíamos y nos reíamos. ¡Que idiotez!

Si lo hubiera echo por aprender, muy bien, ¿pero por chicanear?

Que buscamos con una imagen. No lo se, pero supongo que compensar algunas de nuestras carencias casi siempre imaginarias. Todos conocemos el síndrome de Don Juan, creo también en otros síndromes similares, alguien que se sienta, por una circunstancia cualquiera de su vida con tendencias homosexuales, puede fácilmente dedicarse a proyectar una imagen exageradamente varonil. El que se siente ladrón se dedica a proyectar una imagen exagerada de honestidad, el que se sienta cobarde la proyecta de valentía, el que se siente bruto se dedica a actividades que denoten inteligencia: juega ajedrez, estudia matemáticas, va a películas que no entiende, lee mucho y lo hace saber, se especializa en libros incomprensibles, etc, etc., etc. y conste que conozco ejemplos de cada uno de las proyecciones de imagen que puse.

Todos tenemos diferentes aptitudes y es normal que nos dediquemos a hacer lo que nos gusta, el problema ocurre cuando nos dedicamos a exagerar características nuestras para tratar de lo que los demás no se den cuenta de que somos lo que creemos ser.