lunes, 2 de noviembre de 2009

Una neumonía didáctica

La gente no me cree que en ocasiones me pasaba, como Jesús, hasta cuarenta días sin una comida seria. Me alimentaba, creo yo, de mi propio cuerpo, mi peso normal es de 70 kilos y me mantenía entre 45 y cincuenta. En esas épocas, a veces, compraba un boli de cincuenta y dos galleticas de 100 para desayunar, almorzar y comer. Me sostenía con basuca. No era capaz de comprar un boli de cien porque se me dañaba el pielroja. Es apenas lógico que mi sistema inmunológico se deteriorara hasta el extremo y no me explico como no morí en el ensayo.

Hacía días venía sufriendo de una tos persistente y demasiado molesta, me agotaba con facilidad y a veces me cogía una fiebre muy alta. Era tanta la debilidad que tuve que acudir donde una hermana que me llevó al médico. No es que no fuera capaz de ir solo sino que ir con ella me reportaba ventajas adicionales, pensaba que después de ir donde el médico ella me regalaría algún peso para seguir fumando. Llegamos al sitio de Susalud en el que yo consultaba y me atendió una doctora muy amiga de mi hermana. Ella apenas me vio le dijo:
- Soco, te está manipulando, no tiene nada. Se le nota la ansiedad por encimita. Sin embargo le voy a mandar un examen para que estés tranquila.
- Gracias, hacelo por mí.
Me mandaron el examen, eran unos rayos X del sistema respiratorio. Al ver la radiografía, la doctora se puso pálida y le dijo a mi hermana que me llevara inmediatamente a una clínica, en la radiografía no se veían los pulmones, sólo una masa blanca en su lugar. La doctora le dijo que ella jamás había visto una cosa como esa.

Después de algunas consultas decidimos ir a la Clínica de las Américas y allí me hospitalizaron inmediatamente. Me llevaron a una pieza, me pusieron tapabocas y colocaron un aviso para limitar la entrada a mi habitación al personal médico. Toda persona que entraba lo hacía con tapabocas. Me mandaron una serie de exámenes. Sospechaban de tuberculosis, sida y neumonía. A los dos o tres días me diagnosticaron una variante de neumonía aguda, me permitieron las visitas y me quitaron el tapabocas.

Es extraño que tenía que estar hospitalizado para recuperar momentáneamente mi vida social. Me visitaron algunas de las personas a las que presuntamente les importaba y a las que normalmente no veía. Es muy grato recobrar el sentido de pertenencia a la raza humana, no importa que sea por circunstancias de alguna manera negativas.

El tratamiento fue largo y el médico, un experto neumonólogo de Medellín se dedico con alma vida y sombrero a sacarme adelante.

De esta historia quiero recordar dos o tres cosas:

Cuando ya estaba prácticamente curado, le pedí al médico permiso para salir de la Clínica, me lo dio y me fui, prácticamente sin plata, a fumar basuca en el otro extremo de Medellín. Regrese varias horas después y cuando me vieron regresar me dijeron
- ¿Dónde estaba? El médico lo está buscando hace rato, vaya dónde él. Lo busqué y al verme me dijo:
- Juan Bautista ¿Dónde estaba?
- Doctor, dando una vuelta.
- ¿Por dónde?
- En el centro
- Juan Bautista, le di permiso para salir, pero dentro de la clínica.
- Excúseme doctor, no le entendí, la vuelta que le dije era por el centro. Tuvimos un malentendido.
- Está bien. No vuelva a salir mientras no le de de alta.
El médico nunca se imagine la razón de mi salida y yo realmente me preocupé mucho por lo que el pensara de mi. Su dedicación había sido ejemplar.

El otro aspecto que quiero resaltar es lo que paso en mis visitas post-tratamiento.
Después de que se me dio de alta regresaba mensualmente a control, en la tercera cita me pidió las radiografías que yo conservaba, me dijo que me las devolvería en la semana siguiente. Así pasó y repitió su solicitud en los dos meses que siguieron. Cuando me solicito las radiografías por tercera vez, no me aguanté y le pregunte
– Doctor, ¿y usted para que necesita mis radiografías?
–Juan Bautista, soy docente, y su caso esta tratado profundamente en los textos: existen dos teorías que uno tiene pocas ocasiones de corroborar con la experiencia y la suya es un ejemplo de que la teoría menos traumatizante y costosa puede funcionar en la realidad. Unos dicen que es necesario operar y otros, la minoría, que es posible un tratamiento como el que yo le aplique a usted. Con sus radiografías les muestro a mis alumnos que esta segunda teoría si funciona. Su evolución fue perfecta. Me siento muy agradecido por haber tenido la oportunidad de atenderlo.
- Doctor, porque no se queda entonces con las radiografías.
- No Juan Bautista, no es necesario, así está bien. Me devolvió las radiografías, no me dio más citas de control y jamás lo volví a ver.