sábado, 1 de enero de 2011

Trabajando

Entré a trabajar a EPM el 9 de marzo de 1977. Venía de Cadenalco, en EPM estaban reestructurando la División de Cómputo, posteriormente llamada División de Sistemas, y para ello contrataron programadores y analistas de sistemas con buena experiencia en las aplicaciones que les interesaba desarrollar. Mi experiencia estaba muy centrada en el control de inventarios y para el desarrollo y manejo del sistema de información de almacenes fue que me contrataron.
Llegué con un experto programador de la Gobernación de Antioquia. Nuestras experiencias, a pesar, de lo similares, tenían algunas diferencias importantes. La mayor de las cuales era tal vez los volúmenes de información con los cuales habíamos trabajado, los de Cadenalco eran mucho mayores que los del Departamento, por lo menos en lo que estaba sistematizado.
En Cadenalco me pasé los primeros dos meses sin hacer prácticamente nada y creí que aquí se iba a repetir la experiencia. Pasé los primeros quince días sin hacer nada. Después me pusieron a hacer un listado de unas tarjetas. Los programadores que encontramos en EPM tenían muchas deficiencias, prácticamente los directivos de sistemas se habían dedicado a boicotear, durante muchos años, el ingreso de personal bien capacitado en este campo y por supuesto se preocuparon por no capacitar a su personal de manera adecuada. ¡A fe que lo consiguieron! A pesar de la gran capacidad de algunos de ellos, sus conocimientos eran muy limitados, pero un listado de tarjetas era precisamente lo que estaban acostumbrados a hacer. Uno de ellos, queridísimo compañero de bachillerato, no me perdona todavía la irrupción que hicimos en su cómodo tren de vida. Como casi todos los seres humanos ellos eran ignorantes de su ignorancia. De sus directivos, como dice el tango, mejor no hay que hablar. Estaban en el nivel más alto de incompetencia que imaginarse pueda. Eran lo mejor de lo mejor pero para sistemas que en esa época eran completamente obsoletos. Estaban en la misma situación en que estamos hoy en día los brillantes programadores que llegamos en aquella oportunidad a EPM.
Durante nuestro primer semestre de 1977, se fue completando el nuevo grupo de programadores y analistas, entramos seis (6) analistas y el jefe del Departamento de Procesamiento de Datos, personas todas expertas en nuestros campos, rápidamente programaron un seminario para tratar de minimizar el impacto que en los empleados antiguos iba a tener en el desarrollo de su trabajo y para tratar de evitar celos y temores de su parte. EPM, que había sido líder en sistemas, estaba francamente en pañales, estaban trabajando con las uñas, era de las pocas empresas que todavía trabajaban con tarjetas perforadas: allí todo era prácticamente mecánico, el computador era realmente una impresora. Todos los trabajos lo hacían en maquinas de Registro Unitario, programadas por cableado y en eso sí tenían los mejores programadores de Medellín. Su atraso era de por lo menos 20 años y eso en sistemas es una eternidad. Nunca conocí una máquina de las que allí utilizaban: el medio de almacenamiento era, como ya lo dije, tarjetería perforada, los procesos eran cientos de miles de veces más lentos que los que se hacían con los recursos actuales para la época y la División estaba en serios problemas para cumplir con la necesidades de la empresa, especialmente en los calendarios de facturación, aplicación que para esta empresa era el corazón de la misma. Esa fue la razón para que antes de contratarnos, se hubieran dedicado a cambiar completamente el personal directivo de la División. Los antiguos fueron dejados como asesores para no impactar demasiado al personal operativo que era indispensable para todos.
Unos dos meses después de comenzar a trabajar nos asignaron a Álvaro Martínez y a mí lo que íbamos a realizar en los próximos años, nos encargaron de modificar la aplicación o sistema de información con la que administraban los almacenes.

En esa época, lo primero que se hacía era un levantamiento del sistema actual, eso consistía en ver todo lo que se hacía en La División de Sistemas con respecto al almacén. Desafortunadamente los programadores antiguos, que eran los que supuestamente conocían los programas, trataron de hacer con nosotros lo que habían hecho siempre, boicotearnos, afortunadamente, teníamos mucha más experiencia que ellos y logramos hacer lo nuestro sin su colaboración, además realmente lo que estaba programado era muy poco, casi todo era mecánico.
Esa tarea pudo llevarnos unos 15 días. Al terminarla tocaba estudiar los procedimientos mecánicos para asociarlos con los programas y en eso no tuvimos muchos inconvenientes, simplemente me asombraba cada vez más lo rudimentario de la aplicación que íbamos a desarrollar. Eso nos tomó otros 15 días. Es de anotar que todo el levantamiento deja como resultado un extenso diagrama con todos los pasos del sistema rigurosamente detallado.
Una vez terminada esta labor, nos dispusimos a conocer las necesidades de los diferentes usuarios de la aplicación. Un analista, en esa época, quedaba conociendo los procedimientos administrativos de su aplicación a la perfección era la única manera de hacer un buen desarrollo. La aplicación de almacenes estaba relacionada con toda la empresa, sin embargo lo fundamental estaba relacionado con: el almacén, compras, contabilidad y auditoría. Es importante anotar que auditoria es lo que marca la diferencia entre un establecimiento oficial y uno privado. En los oficiales, todo tenía que ser aprobado por auditoria, (Control Previo, ya desaparecido), escollo que no se presenta en los establecimientos privados. Auditoria, como usuario de una aplicación, es tan importante como aquel para quien realmente se está desarrollando el sistema.
El almacén estaba dividido básicamente en:
• El almacén general con un sub-almacén para cada una de las empresas de Empresas Públicas: Energía; Teléfonos (hoy escindida como UNE EPM Telecomunicaciones) y Acueducto y Alcantarillado. Los almacenes de papelería, de descontinuados y de obsoletos que prestaban servicio común a las tres empresas.
• Las bombas de gasolina o estaciones de servicio que eran otro almacén.
• Los almacenes de las centrales: Guadalupe, Riogrande y Guatapé
• La Sección de Control de Inventarios.
• La Sección de Inventarios.
• El Departamento de Compras Nacionales.
• El Departamento de Importaciones
Durante varios meses nos dedicamos a conocer todos los procedimientos administrativos, dejando un rastro en extensos diagramas, aquí contamos con excelente colaboración y pudimos hacer un buen trabajo.
Una vez que tuvimos completamente levantados los procedimientos, nos dedicamos a organizar la información, retroalimentándonos de los usuarios, cuando, como sucedía con frecuencia, nos dábamos cuenta de que las cosas estaban incompletas o que no las habíamos comprendido bien, volvíamos sobre el procedimiento errado para hacer las correcciones del caso. Esto fue también trabajo de dos o tres meses. Hago énfasis en los tiempos., para que se note la diferencia con la época actual.
Cuando tuvimos toda la información organizada, comenzó el análisis del sistema que íbamos a desarrollar, para satisfacer, de la mejor manera posible, a los usuarios.
Recuerdo mis intensas discusiones con Álvaro, porque aquí sí se presentaban diferencias por nuestros diferentes orígenes en sistemas. Nunca olvidaré la importancia que para mi tenía medio byte cuando para él esto no tenía ninguna trascendencia y si servía en cambio para complicar la vida. Ni para qué hablar de los tiempos de procesamiento que también eran una obsesión para mí y para él eran motivo de risas y burlas para conmigo.
Nos demoramos varios meses desarrollando el sistema, siempre con la prudente supervisión de nuestros jefes Hernán González y Víctor Sánchez, ambos ingenieros electricistas a quienes conocí cuando comencé a estudiar esa carrera 15 años antes.
Cuando terminamos de diseñar el sistema, siempre interactuando con los usuarios, lo presentamos formalmente a nuestros jefes y lo aprobaron sin reservas.
Comenzaba entonces la etapa de programación y prueba del sistema y eso nos llevó, con la colaboración de varios programadores, otros meses más. Nuestro jefe quería mostrar resultados inmediatos de su trabajo y por eso, con alguna frecuencia, nos tocaba socializar los que estábamos haciendo.
Al mismo tiempo que nosotros montábamos el sistema, la división de organización y métodos se dedicaba a hacer un estudio del personal administrativo del almacén que trajo como resultado la renovación de todo el personal y por esa razón nos tocó que los que nos habían ayudado a diseñar el sistema eran personas diferentes a los que lo iban a usar. Afortunadamente no tuvimos mayores problemas, era más difícil con las anteriores personas, acostumbrados a rutinas de muchos años y para quienes el cambio era un reto imposible de enfrentar en la realidad. El desarrollo de este sistema trajo cambios muy positivos en el trabajo de algunos de nuestros usuarios, para los empleados de contabilidad fue la oportunidad de hacer que su trabajo fuera mejor valorado por sus jefes y, afortunadamente para ellos, lo consiguieron.
A medida que se acercaba la hora de entrega del sistema, comenzó la ardua tarea de capacitación de personal, íbamos cada ocho (8) días a una central a dictar seminarios para que todos comprendieran la nueva forma de trabajo que le tocaría enfrentar. Obviamente, cada seminario terminaba con una rasca fenomenal de casi todos los estudiantes y muy especialmente de sus profesores.
También hubo que capacitar a las secretarias de EPM, pues todas iban a cambiar la forma de hacer sus pedidos al almacén.
Entre los recuerdos inolvidables que me dejó el sistema está el paseo que hicimos a Necoclí. Salíamos un día en que supuestamente ya habríamos entregado el sistema, como siempre, los tiempos se retrasaron y la víspera de irnos todavía estábamos probando el balance del almacén que era prácticamente el corazón del sistema. Tuvimos que quedarnos esa noche porque aun no podíamos dar luz verde y claro está que las pruebas las amenizábamos con una buena dosis de aguardiente, cada que hacíamos una prueba, estábamos convencidos de que era la última pero el balance nada que cuadraba y la avioneta salía a las seis de la mañana, creo que serían las 4 cuando por fin pudimos dar luz verde y no cabíamos de la felicidad. Arrancamos para el aeropuerto en medio de semejante rasca, afortunadamente todo salió muy bien.
También es importante anotar la capacitación con el personal operativo de la División de Sistemas, todo el trabajo relacionado con el almacén era diferente a lo que habían hecho siempre y se adaptaron a la maravilla.
Al entregar el sistema tenían que estar listos, y lo estuvieron, los diferentes manuales:
• Manual del usuario.
• Manual del sistema
• Manual de operaciones
Estos manuales eran libros completos con todo lo relacionado con el nombre del manual. El del sistema era técnico, su objetivo era facilitar el mantenimiento.
Poco después Álvaro fue trasladado a la aplicación de facturación y yo seguí, durante otros cinco años y medio como encargado de la aplicación de almacenes.
Años después de retirarme el sistema fue reemplazado por un software desarrollado por una empresa extranjera con la promesa de resolver todas las necesidades que habían surgido y las que iban a surgir, el sistema de información se llamaba EMPAC.
Si fuéramos a medir el costo de los dos sistemas, el nuestro fue mucho menos costoso y satisfizo plenamente las necesidades que los usuarios tenían en esa época. Para darnos una idea de la diferencia de costos, digamos que el nuestro se medía en millones de pesos y el importado en millones de dólares.
Si fuéramos a medir el costo de los dos sistemas, el nuestro fue mucho menos costoso y satisfacía plenamente las necesidades de los usuarios.
Aunque fue importante en mi desarrollo profesional, este montaje me dejó como herencia invaluable el compañerismo de muchas personas y la profunda amistad y cariño que siento por Álvaro Martínez Cano y otros que como él siempre estuvieron conmigo.
Juan Bautista Vélez