lunes, 9 de febrero de 2009

LA MUERTE

Existen versos sobre la muerte tan hermosos como los escritos por León de Greiff, digo hermosos aunque no se esté de acuerdo con algunos de sus contenidos.
Los más bellos, para mi gusto, son los primeros:

¡Señora Muerte que se va llevando
todo lo bueno que en nosotros topa!...
Solos —en un rincón— vamos quedando
los demás... ¡gente mísera de tropa!

Y los últimos:

Este fastidio que me está matando...
¿Dónde las almas íntimas, hermanas...?
¡Señora Muerte se las va llevando!

Lo cierto es que nos vamos muriendo todos, tanto los que nos parecen inmoribles como los llamados buenos muertos. Como quisiera poder ver y conversar con algunos de mis muertos, pero es claro que tenemos que aprovechar es a los vivos.

Es extraño, pero a quién más añoro es a Tirso Castrillón, su compañía en los últimos años de su vida dejó en mi una profunda huella. Su generosidad sin límites, su bondad envuelta en un aparente despotismo y su ácida crítica a tantas cosas establecidas me enseñaron tanto como las partidas de ajedrez que jugamos.

Magola, mí querida hermana Magola, como quisiera verla una última vez, pero ya no es posible. Ricardo su hijo…

También está mi viejo amigo Ivan Darío, al ver su cadaver senti un estremecimiento que me deconcertó por imprevisto.
Verdaderamente no son muchos mis muertos. De pocas muertes estoy tan agradecido como de la de mi madre, murió en el momento preciso. Tal vez pudo morir un año antes, no lo se.

No quisiera ser profeta de mi muerte. La busque durante tantos años que no es una extraña para mí. Hoy en día me he reconciliado con la vida y con personas que siempre he querido y no me siento apegado a la vida, aunque la disfruto mucho.

No hay comentarios: